Son extranjerismos las palabras que pertenecen a otras lenguas, pero que están incorporadas al español. Lo que suele causar confusión es que en algunos casos se deben escribir en letra redonda y en otros, en cursiva.
La norma pide que se emplee cursiva cuando se conservan la grafía y la pronunciación originales. Es decir, en estas palabras se pueden observar rasgos gráfico-fonológicos ajenos a la ortografía del español. Por ejemplo, la forma jazz (que nosotros pronunciamos como «yaz» y que contiene la doble z), o el término software, entre otras.
En cambio, se mantienen en redonda las que han sido incorporadas a la lengua porque no incluyen combinaciones gráficas ajenas a las nuestras, ni suponen una pronunciación diferenciada. Es el caso de los términos web o sándwich.
Desde mi punto de vista, el asunto tiene algunos bemoles, ya que si siguiéramos a rajatabla la norma, deberíamos escribir siempre pizza en cursiva (la zz no es propia del español) y es una palabra muy incorporada a nuestro vocabulario cotidiano como para enajenarla así. También debería asumirse que todo el mundo pronuncia la d final en la palabra récord. De todos modos, el criterio es claro y es práctico: la cursiva cumple la función de resalte, y sirve para advertirle al lector que esa palabra no se pronuncia con los códigos del español.
La norma pide que se emplee cursiva cuando se conservan la grafía y la pronunciación originales. Es decir, en estas palabras se pueden observar rasgos gráfico-fonológicos ajenos a la ortografía del español. Por ejemplo, la forma jazz (que nosotros pronunciamos como «yaz» y que contiene la doble z), o el término software, entre otras.
En cambio, se mantienen en redonda las que han sido incorporadas a la lengua porque no incluyen combinaciones gráficas ajenas a las nuestras, ni suponen una pronunciación diferenciada. Es el caso de los términos web o sándwich.
Desde mi punto de vista, el asunto tiene algunos bemoles, ya que si siguiéramos a rajatabla la norma, deberíamos escribir siempre pizza en cursiva (la zz no es propia del español) y es una palabra muy incorporada a nuestro vocabulario cotidiano como para enajenarla así. También debería asumirse que todo el mundo pronuncia la d final en la palabra récord. De todos modos, el criterio es claro y es práctico: la cursiva cumple la función de resalte, y sirve para advertirle al lector que esa palabra no se pronuncia con los códigos del español.